NO HAY DEMOCRACIA SIN DIGNIDAD





Por Demetrio Moliviatis

demetriomoliviatis@gmail.com





Lejos quedaron ya aquellos años en los que jóvenes idealistas recorrían las montañas, municipio por municipio, aldea por aldea, promoviendo la noble idea de la democracia.



Éramos demócratas cristianos, para el ejército éramos comunistas, para los insurgentes éramos parte del oficialismo; estábamos atrapados en el fuego cruzado de la ignorancia. Más de 325 dirigentes asesinados, vidas sacrificadas en nombre de la democracia. No obstante, nunca claudicamos en nuestro esfuerzo por instaurar un sistema democrático y lograr la convivencia pacífica en Guatemala.


En aquel entonces, lo que importaba no era el voto, sino el control de la maquinaria del poder que “contaba” los votos. Fraudes descarados, con la seguidilla regular que era: Jefe de Estado Mayor, luego Ministro de la Defensa y después Presidente de la República. Cuatro o cinco partidos se repartían el pastel.


Eran mucho más de 25 mil firmas las que debíamos reunir ¡Nada fácil! La desconfianza era palpable, especialmente entre el campesinado, que estaba dolido por el conflicto armado. En algunos lugares, ni siquiera podíamos entrar.

Todo cambia, y en este nuevo capítulo de nuestra historia, los ideólogos han desaparecido. No queda ni un solo partido con principios firmes, y en su lugar, el mercantilismo político hace y deshace a sus anchas dejándole poco a nada de espacio a la dignidad de las personas. Las candidaturas a diputaciones se cotizan como objetos en una subasta, de 2 a 4 millones de quetzales, según el departamento, y las compran porque el retorno de inversión de la corrupción es simplemente incomparable con el del trabajo digno.


El sistema se ha degenerado, y las mafias y narcos campean en el Congreso cada vez con menos vergüenza, como quien quiere normalizar el crimen. Hay pocas excepciones, pero la mayoría de diputados se beneficia de sus propias constructoras y las obras públicas que valen dos millones el km, son cotizadas en 25 millones el km.


Armar partidos se ha convertido en un negocio lucrativo, a pesar de las dificultades, o más bien controlándolas. Imaginen llegar a 28 partidos, y esperar que haya legalidad en el proceso de formación e inscripción. Es sencillamente absurdo. Los partidos se convierten en activos en venta, y no faltan los egos infectados por la terrible enfermedad de la "presidencialitis", cuyo síntoma más evidente es un séquito de aduladores que les dicen que el país los necesita, y así se lanzan todo tipo de subnormales, dispuestos a soltar su dinero para adquirir un partido que los haga pasar por líderes.


De hecho, hay bufetes de abogados dedicados a vender paquetes de supuestos adheridos a un partido en formación, lo que es igual a vender bombas de tiempo, pero no faltan imbéciles que las compran.





La Democracia Cristiana inscribió la totalidad de los 330 municipios aquel entonces. Me parece que eso es algo que no volvió a suceder. Pero no fue fácil.


Hoy con ese abanico de partidos de fachada, por lógica, la mayoría no cumple con las normas legales, empezando por los más grandes y, si se quiere realmente investigar, no sobreviviría ninguna de las supuestas organizaciones políticas porque no son reales. Pero por ahora el MP está enfocado en Semilla, no se supo nada de las investigaciones a otros partidos, pero por un tuit (ahora X) quieren abrirle proceso a otro diputado y dirigente de Semilla.


Pudo haber hecho un buen trabajo el señor Curruchiche si no se hubiera parcializado o dejado comprar. Pero así las cosas, las lanzas ya están rotas.


Yo no voté por Arévalo, voté en contra de una maquinaria de corrupción que ha prostituido la democracia y ha extirpado la dignidad de la actividad política. Voté en contra de ese sistema putrefacto que facilita la corrupción y cuyo máximo exponente hoy es el actual presidente Giammattei, una especie de rey midas a la inversa porque institución que toca la hace mierda. Para la segunda vuelta era más que obvia la decisión, aun así, yo no sabía mucho de Bernardo y me tuve que poner a investigar. Pero el tema de fondo es que media vez el pueblo ya votó, es un asunto zanjado, el soberano así lo pidió.


Así funciona la democracia, ya dejen de estar jodiendo, confórmense, o muy probablemente van a terminar en avión, porque además de haber cometido múltiples ilegalidades, todo el asunto apesta a corrupción y saber cuánto dinero tienen bajo el colchón y que más temprano que tarde, terminarán encontrándolo como a las infames tamaletas.


No es perfecta nuestra democracia pero para avanzar funciona, por ello es irrenunciable respetar lo manifestado por el pueblo en las urnas. Más importante aun, es devolverle la dignidad a la democracia con genuina participación ciudadana, con verdadera convicción, para que la democracia pueda cumplir con su pleno propósito; cualquiera cosa menos que eso, es intentar apagar fuegos con gasolina.