No basta con solo acudir a depositar nuestro voto en las urnas; esta vez, es imperativo fiscalizar el conteo para defenderlo con uñas y dientes. ¿Por qué? Porque parece que algunos hijos de las cien mil, están dispuestos a cualquier cosa con tal de evitar que la voluntad del pueblo imponga un rumbo para el país, distinto al de sus intereses y, lo que más les preocupa, que pueda atentar contra sus estructuras de corrupción y someterlos a la justicia.
Parece que la desesperación que se cargan ha llegado a niveles inimaginables para aquellos que temen que sus actos les lleven tras las rejas, podemos esperar que intenten cualquier cosa en este último asalto de la contienda electoral. Para ellos es muy fácil poner gente y comprar voluntades para alterar las actas y vulnerar la expresión libre del pueblo, con tal de aferrarse al poder. Qué valientes, han pasado de ser políticos mediocres a criminales enquistados en el Estado que se niegan a ser extirpados por las urnas.
Y mientras tanto, la Corte de Constitucionalidad (CC) sigue con sus medias tintas, dan medio paso hacia el lado correcto pero no zanjan el asunto. Con la capacidad de pacificar y estabilizar el país, podrían haber actuado a favor de un proceso justo y participativo donde el pueblo se sienta tranquilo y orgulloso de su voto. Pero no, prefieren mantenernos en zozobra y no dar un paso claro y contundente.
Lo que más sorprende de las "altas cortes" del país es su capacidad para decir una cosa y dar a entender otra. ¿Por qué no resuelven de manera definitiva y concluyente? ¡Ya déjense de mierdas y hagan lo decente si todavía tienen algo de amor por Guatemala!
Estamos claros que se tiene que concluir la 2da vuelta, pero no se puede participar en igualdad de condiciones mientras exista acoso y persecución a miembros y afiliados de uno los partidos en contienda, con eso contribuyen a generar más incertidumbre y tensión.
Los guatemaltecos los estamos viendo, no somos mulas con orejeras, como le dijo el arzobispo a la fiscal general, incapaces de ver hacia los lados; ni tampoco borregos, para seguir ciegamente a los pastores que ahora se somatan el pecho advirtiendo a la gente sobre perversidades, que seguramente abundan en su corazón y con las que ahora intentan marcar a una de las opciones políticas en contienda.